miércoles, 13 de febrero de 2008

De Javier Otaola.- Vándalos.


Vándalos
Los vándalos no tienen buena fama, su nombre ha quedado indefectiblemente asociado a la barbarie, la violencia y la destrucción de monumentos de obras de arte y en general la devastación de bienes y personas. Esa fama está vinculada al hecho que los vándalos saquearon con especial crueldad y violencia la ciudad de Roma en el año 455 de nuestra era y ese acto bárbaro y brutal ha quedado unido al nombre de aquella tribu goda y se ha convertido en sinónimo de brutalidad. Esa fama exclusiva de los vándalos no es del todo justa ya que la ciudad eterna ha sido saqueada en otras ocasiones sin que los culpables hayan sido castigados con la infamia de los vándalos: así en el año 387 adC, tras la batalla de Alia, por los galos, en el 410, por los visigodos; en el 546, por los ostrogodos, en el 846, por los sarracenos, en el 1084, por los normandos y finalmente en el 1527 por el ejército imperial de Carlos I de España.


El origen de la palabra vandalismo es un hallazgo semántico del famoso Abate Grégoire –obispo constitucional de Blois- que en 1794 utilizó la palabra «vandalismo», siendo él mismo republicano, en su Informe ante la Convención para criticar las tropelías y destrucciones llevadas a cabo por una parte de las tropas republicanas que presas de su furor revolucionario destruían a su paso obras de arte y arquitectónicas del patrimonio artístico del Antiguo Régimen sin darse cuenta del valor de esas obras, valor que trascendía la lucha ideológica del momento. El Abate Grégoire uno de los prohombres de la Revolución francesa –cuyos restos reposan en el Panteón a iniciativa del Presidente Mitterrand- lamentó amargamente la destrucción y la pérdida de bibliotecas eclesiásticas, la completa destrucción -por puro odio ideológico- de los monasterios de Cluny y Longchamp, la abadía de Lys, los conventos de Saint-Germain-des-Prés, Montmartre, Marmoutiers, la catedral de Mâcon, la de Boulogne-sur-Mer, la Sainte Chapelle de Arras, el castillo de los Templarios en Montmorency, los claustros de Conques y muchas otras obras del patrimonio francés y de la antigüedad que desaparecieron víctimas de la estupidez y del vandalismo revolucionario.


La mejor definición que he encontrado de vandalismo viene dada por el Diccionario Zingarelli: Vandalismo: «Tendencia a devastar y destruir cualquier cosa con obtusa maldad, especialmente si es bonita o útil.» Me interesa destacar en la construcción del concepto la pulsión destructiva de todo vandalismo y lo que es aún más grave su obtusa maldad. Vandalismo es siempre una combinación de maldad y estupidez.


Algunos ejemplos de esta obtusa maldad los venimos padeciendo entre nosotros: Vitoria-Gasteiz en el ensañamiento contra las escaleras mecánicas que facilitan el acceso al Casco Medieval. Cada cierto tiempo u los ciudadanos asistimos con sorpresa e indignación los daños provocados en esos bienes públicos. La totalidad de los grupos políticos representados en el Ayuntamiento de Vitoria han condenado en repetidas ocasiones esos actos vandálicos que pretenden destruir uno de los símbolos de la decidida apuesta de la ciudad por revitalizar su Casco Medieval.



Fdo.- Javier Otaola. Sindico-Herritarren Defendatzailea. (Vitoria-Gasteiz)


Artículo publicado en ECOGASTEIZ Febrero '08

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